Cada cierto tiempo nos encontramos con noticias en diferentes medios de comunicación que aconsejan no consumir un determinado producto alimenticio. Todo esto es fruto de una alerta alimentaria emitida por las autoridades sanitarias. En el presente artículo vamos a ver cómo se genera una alerta alimentaria y su relación con el sistema APPCC. Para ello utilizaremos el caso reciente de un cliente.
Llega una alerta alimentaria
Diez de la mañana de un martes. Uno de nuestros clientes de complementos alimenticios me llama nervioso. Ha recibido un requerimiento por parte de la Autoridad Sanitaria; las autoridades sanitarias de un país miembro de la Unión Europea han detectado que uno de sus productos, comercializado también en ese país, presenta riesgos para la salud de los consumidores.
Mi cliente básicamente tenía tres preguntas; ¿Cómo es posible que ese país haya comunicado un peligro en uno de mis productos? ¿Cómo ha sucedido esto? ¿Cómo respondo?
Redes de alerta alimentaria
Para responder a la primera de las preguntas de mi cliente es importante saber que, aunque se exija a las empresas disponer de sistemas que aseguren la seguridad alimentaria (como el sistema APPCC), existen mecanismos que permitan sacar del mercado aquellos productos que puedan suponer un peligro para la salud de los consumidores. Aquí es donde entran en juego las redes de alerta alimentaria. Hablamos de redes de alerta de alimentaria porque, dependiendo el ámbito, nos podemos encontrar con:
– La red de alerta nacional: es la AESAN (Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición) el organismo competente de gestionar la alerta mediante el Sistema Coordinado de Intercambio Rápido de Información (SCIRI). A través de este sistema de comunicación rápida se informa a las distintas autoridades competentes sobre los riesgos (directos o indirectos) que para la salud humana puede producir un determinado alimento.
– La red de alerta alimentaria de la Unión Europea: conocida por su acrónimo en inglés RASFF, esta red sirve para que los distintos estados europeos se informen unos a otros sobre los riesgos que se han detectado en un alimento (no hay que olvidar que nos encontramos en un mercado de libre circulación de productos).
– La red de alerta de la FAO y la OMS: conocida como INFOSAN entra en juego si la alerta alimentaria puede afectar a países fuera de Europa (o viceversa).
¿Qué sucede cuando se detecta un alimento en mal estado?
Aunque nuestro cliente tiene implantado un sistema de seguridad alimentaria (sistema APPCC) lo cierto es que no existe el riesgo cero. Por tanto las empresas deben estar preparadas para dar una respuesta rápida en este tipo de casos y es recomendable que puedan:
1. Captar la información: las empresas deben tener previsto un mecanismo para la llegada de la información al responsable sobre riesgos graves que puedan afectar a sus productos.
2. Identificar el producto y riesgo: identificar el producto afectado o potencialmente afectado y determinar el peligro y riesgo.
3. Conocer la trazabilidad del producto hacia atrás o hacia adelante.
4. Evaluar la acción correctiva: que puede ser o bien inmovilización, o bien retirada, o bien recuperación u otra que se determine.
5. Ejecutar la medida: en las situaciones de alerta, se deberán seguir las indicaciones de la Autoridad Competente y colaborar con ella en todo lo necesario.
Diferencia entre retirada y recuperación
Ante el requerimiento de las Autoridades Sanitarias nuestro cliente tuvo que llevar a cabo labores de retirada y recuperación de productos. Aunque puedan parecer sinónimos nos encontramos ante dos conceptos diferentes:
Retirada de producto: se designa así a cualquier medida adoptada destinada a impedir la distribución de un producto alimenticio no conforme en los circuitos de comercialización. Los productos alimenticios no seguros todavía no han sido puestos a disposición del consumidor, y es posible evitar su puesta en el mercado mediante mecanismos de trazabilidad y sistemas adecuados de retirada del producto afectado.
Recuperación de producto: a diferencia de la retirada en este caso el producto ya está en poder del consumidor. Aquí las diferentes medidas tienen por objeto tanto recobrar el producto no seguro (mediante información a los consumidores por diferentes medios) como paralizar su distribución.
En conclusión
Que las personas dispongan de alimentos seguros es uno de los pilares en los que descansa la legislación alimentaria. Es primordial el disponer de un buen sistema APPCC que minimice los riesgos de contaminación alimentaria.
Aunque las empresas alimentarias pongan sus máximos esfuerzos en ofrecernos productos seguros lo cierto es que son tantos los productos, tantas las fases por las que pasa un producto desde la granja a la mesa y tantos los actores que intervienen (fabricantes, distribuidores…etc) que por estadística siempre existe la posibilidad de tener un problema de seguridad alimentaria. El riesgo cero no existe.
Dicho lo anterior, la diferencia la marca el tipo de respuesta que una empresa da cuando ocurra algún problema. El factor tiempo y eficacia es fundamental. En estos casos y dentro del sistema APPCC cobra especial importancia disponer de un buen plan de trazabilidad alimentaria.
Una empresa que en un corto espacio de tiempo es capaz de detectar el producto concreto afectado, dónde se encuentra y cómo retirarlo, a pesar del problema puntual, aporta a sus consumidores una buena imagen reputacional.
En Aizea asesoramos a nuestros clientes en materia de seguridad alimentaria, si tiene necesidad de elaborar o mantener un sistema APPCC podemos ayudarle.
Marian Alonso-Cortés Fradejas
Graduada en Nutrición Humana y Dietética por la Universidad de Navarra y Licenciada en Ciencia y Tecnología de los alimentos por la Universidad de León. Desde el año 1999 viene realizando consultoría especializada en desarrollo de productos y formación para empresas de complementos alimenticios. También realiza asesoramiento técnico de calidad para empresas alimentarias. Actualmente es responsable de la Dirección Técnica de la Consultoría Aizea.
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