Si hay un dulce típico asociado con la Semana Santa son las torrijas. Como estamos en fechas, hemos decidido examinar sus orígenes y características nutricionales.
Orígenes de las torrijas
Aunque podamos pensar que es un dulce típico español, parece que sus orígenes están en la época romana, estando también presente en otras cocinas europeas como la francesa o la inglesa.
La primera documentación que se tiene en España sobre la elaboración de torrijas data del siglo XV y se debe al poeta, dramaturgo y músico Juan del Encina que hace mención en uno de sus escritos a las «torrejas». Utilizadas en aquel tiempo para ayudar a recuperarse a las parturientas se asociaron con posterioridad a la Semana Santa.
Valor nutricional de las torrijas
Recetas de torrijas hay muchas y a lo largo de los años algunos de sus ingredientes han ido cambiando (algunas se elaboran con miel, con vino..etc). Para poder realizar una valoración nutricional nos vamos a ceñir a la receta más extendida que suele constar de:
– Pan: es una gran fuente de hidratos de carbono.
– Huevo: aporta proteínas de alto valor biológico, además de grasas, lecitina y colesterol. El huevo aporta también minerales como el hierro, fundamental para el sistema inmunitario y la formación de hemoglobina y vitaminas liposolubles como la vitamina D (ayuda a la absorción del calcio) y la vitamina A (refuerza el sistema inmunitario).
– Leche: contiene proteínas de alto valor biológico y calcio (mineral imprescindible para los huesos y los dientes). La leche también aporta grasas y colesterol.
– Azúcar: el ingrediente que le da «gracia» a la torrija (junto con la canela) aunque aumenta el valor calórico del alimento sin aportar otros nutrientes interesantes.
– Aceite: es otro ingrediente que aumenta aún más el valor calórico de las torrijas. Lo más aconsejable sería utilizar aceite de oliva, puesto que al menos nos aportará grasas monoinsaturadas y vitamina E, de acción antioxidante.
– Otros ingredientes que se utilizan en menor cantidad son la canela (en rama y en polvo) y la cáscara del limón. A la especia “canela” se le atribuyen propiedades digestivas, antioxidantes e incluso afrodisiacas.
Como se puede deducir del examen que hemos realizado de los diferentes ingredientes, nos encontramos con un postre muy completo pero también muy energético, con un aporte elevado de calorías.
No es este un alimento para personas que padecen diabetes puesto que el azúcar que contiene puede producir elevaciones bruscas de los niveles de azúcar en sangre.
Si padecemos sobrepeso u obesidad deberemos restringirse su consumo dado su elevado aporte energético.
Algunas ideas para «aligerar» las torrijas
Como este alimento es sencillo de preparar y, como se ha comentado, admite muchas variantes, ¿por qué no probar a introducir algunas modificaciones que también nos sirvan para «aligerarlas»?. Os proponemos algunas ideas:
– Cambia el tipo de pan: el pan utilizado puede ser integral o de semillas.
– Utiliza otros tipos de leche: la receta tradicional es con leche entera, que aporta grasas y colesterol, una manera de reducir esto es utilizando leche semi o desnatada o, incluso, reemplazar esta por bebidas vegetales (de soja, de avena…).
– Sustituir el azúcar por edulcorantes acalóricos: los más indicados son la sucralosa y el ácido ciclámico ya que son termoestables y conservan su sabor dulce a altas temperaturas, no así la sacarina.
– Tipo de aceite: como se ha comentado con anterioridad lo ideal será el aceite de oliva virgen o el aceite de girasol con la indicación “alto oleico” que resisten mejor las temperaturas a la hora de freír las torrijas.
En conclusión
No comemos torrijas todo el año por lo que a pesar de ser un alimento muy calórico, rico en azúcares y grasas, comer un par de torrijas al año no ocasiona problemas de salud y su consumo moderado es un capricho que nos podemos permitir.
Al enviar el comentario, acepto la Política de privacidad y las condiciones del Aviso legal de Aizea.es.