Hace ya algún tiempo, un centro escolar de Madrid se puso en contacto con nosotros debido a que tenían un problema con su alumnado de dos cursos de secundaria; la mayoría de los alumnos no desayunaba.
Los profesores se habían fijado que el alumnado de estos dos cursos, en las primeras clases antes del recreo, estaba especialmente somnoliento. Así mismo también se habían producido casos de bajadas de tensión.
En coordinación con el centro escolar, realizamos una serie de acciones formativas con estos alumnos y descubrimos que la razón por la que no desayunaban se debía a que querían cuidar su imagen y habían asumido un viejo mito de la alimentación; el desayuno engorda.
Ya sabemos que hoy en día, la mayoría de las personas nos levantamos con el tiempo justo para asearnos, ponernos la ropa y acudir a nuestro trabajo. Que en ese tiempo de que disponemos no dedicamos el tiempo que se merece al desayuno. Algunos pensamientos muy comunes como; «un café bien caliente es suficiente» o «ya comeré algo de camino al trabajo» tampoco ayudan a dar al desayuno el valor que merecen.
Importancia del desayuno
Sin embargo debemos tener en cuenta por un lado que durante la fase del sueño nuestro cuerpo realiza una serie de operaciones esenciales (reparación de tejidos, actividad cerebral…etc) que provocan un gasto de calorías y que por otro lado, para cuando nos levantamos ya han pasado muchas horas desde nuestra última ingesta, la cena. Por todo ello es muy importante que volvamos a recargar nuestro cuerpo con vitaminas y minerales que va a necesitar para afrontar las siguientes horas.
Que nos aporta un buen desayuno
Realizar un buen desayuno es muy importante, pero más si cabe cuando nuestro cuerpo está en pleno desarrollo (como sucede durante la época escolar), puesto que nos puede aportar:
– Una ingesta adecuada de determinados nutrientes
– Un mayor rendimiento a nivel físico e intelectual
– Mejorar el perfil lipídico (si, precisamente, puede ayudarnos a evitar el aumento de peso)
– Mejorar la distribución de aportes energéticos a lo largo del día.
Cómo debe ser un buen desayuno
Si ya tenemos clara la importancia y los beneficios de un desayuno, su composición ideal es sencilla de llevar a cabo. Solo necesitamos que esté presente:
– Un lácteo: puede ser un vaso de leche, un yogur o queso.
– Una pieza de fruta: lo mejor es que sea propia de la estación y aunque una buena solución puede ser en zumo (que realicemos por nosotros mismos) lo más indicado es comer la pieza entera (de esta manera nos beneficiaremos de mayores aportes de nutrientes, como por ejemplo la fibra).
– Un cereal: con especial preferencia por el pan, pero también podemos ir alternando, para no caer en la monotonía, con cereales de desayuno (en este último fijémonos en el etiquetado y más concretamente en la cantidad de azúcar que algunos traen).
– Un poco de grasa: como complemento de lo anterior se puede añadir un poquito de aceite de oliva virgen extra al pan y de manera más puntual un poco de mantequilla.
En conclusión
Como se puede ver el desayuno es una ingesta muy importante en todas las etapas de nuestra vida pero más si cabe en la época escolar, que es cuando el cuerpo todavía está en desarrollo.
Es importante que inculquemos a nuestros hijos la importancia que tiene el desayuno y cuál debe ser su composición. Tengamos en cuenta que si no nos preocupamos del desayuno, nuestros hijos realizarán su desayuno pero basado en otro tipo de alimentos a priori más apetecibles (bollería industrial…etc) pero no muy sanos.
Es muy importante que prediquemos con el ejemplo; no mandemos un mensaje equívoco entre lo que les decimos que deben desayunar y lo que desayunamos nosotros.
Debemos siempre recordar que una educación en hábitos saludables es una inversión en la futura salud de nuestros hijos.
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Fuente imagen: Pixabay – Elizadean
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