Alimentos procesados, ¿tienen cabida en una alimentación saludable?

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Una de las premisas de la alimentación saludable es que no existen alimentos buenos ni alimentos malos sino que es el conjunto de toda la dieta, la combinación de alimentos, la técnica culinaria aplicada a los mismos y la actividad física que realiza una persona, la que determina, entre otros factores, el estado de salud.

Así pues no tiene sentido afirmar que los alimentos procesados son malos para la salud de forma puntual pero sí se consideran de consumo moderado y ocasional, en especial los denominados ultraprocesados.

 

 

¿Qué es un alimento procesado y ultraprocesado?

 

A la hora de llenar la “cesta de la compra” podemos acceder a diferentes alimentos, entre ellos los alimentos naturales o mínimamente procesados (por ejemplo el aceite de oliva a partir de las aceitunas) que al no haber sufrido procesos industriales (o apenas) resultan más saludables que los denominados alimentos ultraprocesados. Estos últimos parten de una materia prima alimentaria (por ejemplo, carne, trigo, fruta…) y son sometidos a diferentes procesos como refinado o extrusión, hidrogenación, fritura, hidrólisis y, por si fuera poco, se le añaden aditivos y otras materias para obtener el producto final que dista mucho de la materia prima original. Ejemplos de alimentos ultraprocesados son la bollería industrial, las bolsas de snacks, las carnes procesadas tipo salchichas envasadas, patés, los embutidos, los refrescos, las pizzas, los nuggets o los palitos de cangrejo, entre otros muchos.

 

La propuesta de la OMS

 

Una alimentación poco saludable es uno de los factores de riesgo asociados a las enfermedades no transmisibles como la diabetes, la hipertensión, las cardiopatías o el cáncer. La Organización Mundial de la Salud (OMS) propone, como una de las medidas para controlar el aumento de este tipo de enfermedades, la reducción de la cantidad de sal, grasas y azúcares en la alimentación general y particularmente en los alimentos muy procesados o ultraprocesados:

  • Las grasas no deberían superar el 30% de la ingesta calórica total para evitar el aumento de peso y las patologías asociadas. Así, en la dieta media de una adulto sano de unas 2000 Kcal., la recomendación será no consumir más de 66,7 g de grasa. Cantidad fácil de superar si se incluyen alimentos ultraprocesados ya que, por ejemplo, una ración de croquetas envasadas aporta unos 9 g de grasa a los que habría que sumar otros 10 g del aceite que se precisa para su fritura.
    Dentro de las grasas, la OMS insta a reducir el consumo de grasas saturadas para consumir grasas del tipo insaturado (aceites vegetales como el de oliva o el de girasol, frutos secos en crudo, pescado azul, semillas…) y eliminar gradual y totalmente las grasas industriales de tipo trans. La OMS recomienda evitar el consumo de alimentos ultraprocesados que contengan este tipo de grasas. Para eso es fundamental leer el etiquetado de los alimentos.
  • Limitar el consumo de azúcar libre a menos del 10% de la ingesta calórica total aunque sugiere que, para mayores beneficios para la salud, ese porcentaje se sitúe por debajo del 5%, es decir, que no se superen los 25 g de azúcar libre los cuales ya se alcanzan con una sola lata de refresco.
  • Mantener el consumo de sal por debajo de los 5 gramos diarios (actualmente España casi lo dobla) para prevenir la hipertensión arterial y reducir el riesgo de enfermedad cardiaca y accidentes cerebrovasculares en población adulta. Los Estados Miembros de la OMS han acordado reducir el consumo de sal en un 30% de aquí al 2025.

 

Los niños, público especialmente sensible

 

 

La publicidad de alimentos procesados y ultraprocesados en la televisión en España presenta una calidad nutricional generalmente mejorable, especialmente en los anuncios dirigidos a la población infantil tal como refleja un estudio publicado recientemente en la Revista Española de Nutrición Humana y Dietética (Morales Rodríguez et al., 2017). Teniendo en cuenta los resultados obtenidos en este estudio que refleja que el 19,6% de los anuncios emitidos se corresponden con alimentos procesados y ultraprocesados, se puede concluir que el código de regulación de la publicidad de alimentos y bebidas dirigida a menores en España (Código PAOS) parece ser ineficaz en cuanto a evitar la exposición de la población infantil a anuncios de productos muy procesados y poco saludables.
Y dado que la OMS ha instado a restringir la publicidad de alimentos y bebidas ricos en grasas, azúcares o sal dirigida a los niños, los resultados de este reciente estudio remarcarían la necesidad y probablemente la urgencia de que España y/o, en su caso, la Unión Europea adopten medidas legislativas más eficaces. Así como concienciar a los padres de la importancia de la educación nutricional para que sus hijos hagan mejores elecciones alimentarias.

 

En conclusión

 

Si un día tengo un cumpleaños y me sirven tarta de chocolate, no tengo porque declinar la invitación ya que no es perjudicial para la salud el consumo esporádico y moderado de los denominados alimentos ultraprocesados siempre que nuestra alimentación general esté basada en alimentos frescos, naturales o poco procesados. A esto hay que sumar la importancia que tiene el control de la publicidad de este tipo de productos, especialmente dirigido a los menores de edad que deben aprender cuales son los mejores alimentos para llevar una alimentación saludable e insistir en la práctica diaria de ejercicio físico.

 

Organización Mundial de la Salud. Plan de Acción Mundial para la Prevención y el Control de las Enfermedades No Transmisibles 2013-2020. http://www.who.int/cardiovascular_diseases/15032013_updated_revised_draft_action_plan_spanish.pdf
http://www.who.int/mediacentre/factsheets/fs394/es/

 

Publicado el 28 noviembre 2017 en Aizea, Nutrición

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