Cuando llega el verano soy lo contrario a una “lagartija”: huyo del sol lo más lejos que puedo. Me pongo sombrero, protección total, me pongo camiseta en la piscina y en la playa y empiezo mi ritual de “fotoprotección biológica” tomando alimentos (1) y complementos específicos.
Y es que el sol “no me sienta bien”. No tanto el sol que te da cuando te vas de paseo o haces una ruta por la montaña, si no el sol directo de “vuelta y vuelta” que pica como si tuvieras una hormiga constantemente subiendo por la piel.
El otro día, revisando una revista del mes pasado (Junio 2018)(2) leí unos datos impactantes de la Academia Española de Dermatología y Venereología: “el 95% de la población ha arruinado su capital solar a los 18 años”. Y, ¿qué es el capital solar?. Pues las horas que podemos soportar sin sufrir daños por genética y fototipo. Esto son palabras mayores.
En el citado artículo se hablaba de un vídeo del 2014 (3) que no tiene desperdicio y que es totalmente recomendable si te gusta tomar el sol largas horas en verano.
Conclusión
La educación desde la infancia es fundamental para concienciar. El uso de gorra, uso correcto del protector solar y llevar gafas de sol adecuadas. Durante todo el año, estimular y promover el consumo de frutas y verduras pero aprovechar esta época del año para probar nuevas variedades ricas en carotenos y antioxidantes (albaricoques, melocotones, nísperos, etc.). Para beber, zumos naturales y que no falten los reyes del verano: gazpacho y salmorejo andaluz.
Fuentes
(1) https://aizea.es/los-alimentos-del-sol/
(2) http://revista.consumer.es/web/es/20180601/flip/?p=52
(3) https://www.youtube.com/watch?v=tVlFi8L108U&feature=youtu.be
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