Cuando queremos ponernos en forma o cuidarnos un poco es el momento en el que comenzamos a echar un vistazo a los lineales del supermercado con productos especiales. Además de proponernos hacer un poco más de ejercicio, generalmente el primer paso suele ser el reducir grasas y azúcares de los productos que consumimos habitualmente.
Aquí es donde nos adentramos en el mundo de los productos light. Ante esta palabra nuestra mente relaciona alimentos “sin grasas” o “sin azúcares”. Incluso reforzamos esta idea con la siguiente “es posible que no sepa igual de bien que el producto que suelo tomar de manera habitual, pero este pequeño esfuerzo, merecerá la pena”. Y, efectivamente, en la mayoría de los casos tomamos conciencia de este esfuerzo desde el momento en que pasamos por caja (porque este tipo de alimentos suele tener un precio superior) Pero ¿es esto realmente así?
¿A qué se denominan productos light?
Según la normativa europea la denominación light se puede aplicar cuando se produce una reducción mínima del 30% del valor energético respecto al alimento de referencia. Es decir, por un lado tiene que existir un alimento de referencia en el mercado (se puede hacer mayonesa light porque existe mayonesa normal) y por otro, como se puede apreciar en el ejemplo, la palabra light no significa sin calorías. Así la mayonesa normal aporta unas 700 Kcal por 100 g de alimento mientras que la denominada light aporta unas nada despreciables 396 Kcal por 100 g de alimento.
Por tanto, el que un producto sea light no significa que no tenga calorías, simplemente que tiene un 30% menos de calorías que el producto original. De esta manera podría darse el caso de que un producto light de la marca X (que tuviera un 30% menos de calorías que el producto original de esa marca) tuviera más calorías que un producto normal de la marca Y.
La percepción lo es todo
Consumir alimentos light en sustitución de los alimentos de referencia no es, por tanto, sinónimo de llevar una dieta equilibrada ni tampoco baja en calorías. Esta palabra, así como otras declaraciones que podemos encontrar en el etiquetado de los alimentos como “fuente de fibra”, “contenido reducido en grasa”, etc., ejerce un efecto casi mágico en la percepción de un alimento y es que si algo es light, no engorda.
Este “efecto halo” puede, además, inducirnos a consumir este tipo de alimentos de forma más frecuente e incluso en mayores cantidades que sus homólogos de referencia “no light” de tal manera que finalmente el aporte energético sea el mismo o incluso superior.
En conclusión
Comer un poco de todo pero en su justa proporción. Incluir en nuestras decisiones de alimentación aquellos alimentos naturales y frescos que nos garantizan un buen aporte de nutrientes como las frutas, las verduras, las legumbres, los pescados, los cereales integrales, los lácteos… cocinados sin una adición excesiva de grasas o salsas y dejar para ocasiones especiales los alimentos con elevado aporte calórico y baja densidad nutricional (algunos de ellos con la etiqueta light) al tiempo que realizamos actividad física a diario. Esa es la verdadera clave para mantener el equilibrio entre el gasto y la ingesta energética.
No obstante en aquellos casos de personas que deben de restringir el aporte de calorías, grasas y/o azúcares de su dieta debido a problemas de salud como obesidad, diabetes, colesterol…etc podemos acudir a este tipo de alimentos pero siempre con la precaución de comparar entre los diversos productos existentes. Consultemos el etiquetado para poder tomar una decisión, es la principal herramienta que tenemos los consumidores para adquirir el producto que más nos conviene.
Bibliografía
DECLARACIONES NUTRICIONALES AUTORIZADAS Y LAS CONDICIONES DE USO FIJADAS EN EL ANEXO DEL REGLAMENTO (CE) Nº1924/2006, REGLAMENTO (CE) Nº 116/2010 Y REGLAMENTO (UE) Nº 1047/2012.
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Fuente imagen: Pixabay – Stevepb
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