Pronto empezará el curso escolar y son muchos los escolares que de lunes a viernes utilizan el servicio de comedor para realizar, mínimo, la comida del medio día, aquella que debe representar el mayor aporte calórico (en torno al 35% del valor calórico total) de las 5 ingestas diarias recomendadas.
Un buen diseño del menú escolar
Es obvio que la primera función del comedor escolar es nutricional, aportando la cantidad necesaria y equilibrada de energía y nutrientes que permita a los escolares crecer con salud evitando cualquier tipo de malnutrición, por exceso o por defecto, hecho que tendría consecuencias a corto y largo plazo. Por esa razón es de vital importancia que los menús escolares estén diseñados por un dietista-nutricionista, profesional que conoce las frecuencias de consumo y que podrá garantizar la inclusión de todos los grupos de alimentos en su justa proporción y la variedad de técnicas culinarias a la hora de diseñar menús para población infanto-juvenil.
La doble función del comedor escolar
Pero hablemos de la segunda función del comedor escolar, la función educativa. El comedor escolar debe ser uno de los marcos, además de la familia, donde día tras día se adquieran unos correctos hábitos saludables y se conozcan de forma práctica los requisitos que debe cumplir una óptima alimentación y nutrición para la promoción de la salud.
Son numerosas las actividades educativas en torno a la alimentación, muchas de ellas en forma de juegos, que se pueden llevar a cabo en el marco del comedor escolar. Concursos de cocina, reflexión sobre la alimentación de sus abuelos, creación de sus propias recetas, creación de carteles con mensajes saludables para decorar el comedor, dibujar la pirámide de la alimentación saludable que incluye todos los grupos de alimentos o descubrir que nutrientes se esconden en el grupo de las legumbres o los pescados, son sólo algunos ejemplos de juegos educativos propuestos por la Estrategia NAOS del Ministerio de Sanidad, para la prevención de la obesidad infantil y el fomento de la actividad física en los escolares.
Para poner en práctica esta importante labor educativa es necesario que el personal de comedor y el profesorado reciban formación básica en materia de nutrididáctica, adquiriendo conocimientos en alimentación, nutrientes, frecuencias de consumo y Dieta Mediterránea que después se pueden transmitir al alumnado en forma de juegos y/o que se programen actividades con profesionales de la nutrición para inculcar en los escolares buenos hábitos alimentarios e incluso con los padres, para que esta labor educativa tenga continuidad en el ámbito familiar.
Alimentación, patrimonio cultural
Pero no sólo se debe fomentar el conocimiento de los alimentos y los nutrientes sino también de la cultura gastronómica, las recetas tradicionales y regionales. La alimentación forma parte del patrimonio cultural, formando parte de la identidad colectiva de un grupo social. Así es importante que los alumnos comprendan que frente a la globalización (pizzas, hamburguesas…) se deben conservar las recetas tradicionales, tanto de las distintas regiones de España como de otras culturas.
Para llevarlo a la práctica, una buena iniciativa que se plantea en algunos comedores escolares es la inclusión de las llamadas Jornadas gastronómicas (que incluso puntúan en los concursos públicos de comedores escolares de algunas provincias). Consiste en introducir un día “temático” en el menús escolar de un mes para dar a conocer y probar las peculiaridades gastronómicas de algunas provincias españolas (pisto manchego, bacalao a la vizcaína, suquet de peix, porrusalda, tumbet balear…) o incluso de otras culturas gastronómicas (cous cous marroquí, ají de gallina, noodles con pollo…), dado que en el comedor escolar conviven alumnos de diferentes procedencias.
En conclusión
La población escolar es un grupo especialmente vulnerable a los desequilibrios nutricionales, con repercusiones a corto y largo plazo pero también es un grupo poblacional muy receptivo a cualquier modificación y educación nutricional. El comedor escolar debe fomentar el conocimiento de los alimentos, así como de aspectos gastronómicos y culturales y educar el paladar hacia distintas texturas y recetas, tanto regionales como internacionales.
No en vano, la alimentación es el factor extrínseco más importante que determina el desarrollo físico e intelectual del individuo, en especial en las primeras etapas de la vida.
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